Mediocridad garantizada

Por: DieGO


Más partidos por una nueva vieja copa, torneos cortos y descensos de tres años, una paradoja que apuesta irremediablemente a la mediocridad del fútbol colombiano.

Desde hace ya diez años, para ser campeón del fútbol colombiano, solo hace falta mantener una regularidad por seis meses, que los directivos hagan el esfuerzo apenas un semestre, y tener una buena racha medio año. Una oda al cortoplacismo y a la inmediatez contagiada por todo el continente. Desde hace ya diez años América no gana un mundial.

Irónicamente, y a pesar del esfuerzo de trece equipos en la última asamblea de Dimayor, se necesita promediar seis de estos torneos para descender, un atentado contra la regularidad y un premio para aquellos equipos que hacen una buena campaña para subir el promedio y se desentienden un par de años si lo desean.
La excepción confirma la regla.

Once Caldas se convirtió en campeón de la Copa Libertadores 2004 tras concatenar un equipo de lujo y trabajarlo durante un par de años, un proceso sólido y serio que dio sus frutos, de ahí en adelante, los equipos se arman y desarman en seis meses, los campeones ya no disputan los torneos internacionales, van las instituciones clasificadas con nóminas y habitualmente cuerpos técnicos distintos a los triunfadores, o por lo menos, ya sin aquellos quienes fueron figuras en la obtención de los títulos locales. 

El resultado: 8 años de fracasos. Quizás el único caso rescatable desde entonces es la campaña del Cúcuta Deportivo en la Libertadores 2007 donde llegó a las semifinales, consecuencia de un proceso bien estructurado, obteniendo el ascenso a la primera división, el título en 2006 y el reconocimiento en 2007.

Una vieja nueva copa. Más partidos.

Hace más de una década, cada semestre brindaba un cupo a la gran final decembrina, una oportunidad por una estrella, había interés todo el año. A partir de este año, los dos ganadores de 2001, ya con estrella, disputarán la primera Súper Copa Postobon, un torneo sin estrella, sin clasificación a torneos internacionales, sin vigencia - el Atlético Nacional campeón un año atrás ha cambiado por completo y Junior ya no tiene los hombres del título - aparece en el panorama.

Dos partidos más para una liga ya demasiado apretada en cuanto a fechas (52 por año más 18 por Copa), donde el descanso está prohibido, el desgaste es ley y las canchas no tienen respiro: Una cancha como la del Olímpico Pascual Guerrero recibe 63 partidos fijos al año, sin contar fases finales ni torneos internacionales. En un buen año para los equipos vallecaucanos, la cancha del barrio San Fernando podría sufrir cerca de cien enfrentamientos. 

Una cantidad de partidos por la cual no se llenan los estadios, el hincha no tiene dinero para tanto, más aún cuando los espectáculos son pobres y las figuras están en Argentina o Europa, cifra que solo favorece a los bolsillos de la Dimayor, pues cobran por cada transmisión. Bien por ellos.

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