Durmiendo en un hospital

Por: DieGO

Febrero 9 de 2009

"Ya no salen más autobuses de aquí para Pamplona", dijo la dependiente de la compañía en la estación.

Tras despertar y desayunar en Berlín, había pasado por la también alemana ciudad de Dusseldorf donde un "Eis" recargó mi energía, y había almorzado en la italiana Bérgamo, donde el postre fue un Gelato. Ahora estaba en la estación de autobuses de Santander, pensando si hospedarme en la misma residencia que me había albergado tres noches atrás, cuando escuché de nuevo la voz de la mujer:

"Puede irse hasta Bilbao y allá es más probable que aún encuentre transporte a Navarra", era mi otra opción. Una ciudad más grande y una hora más cercana a casa, hacían más posible encontrar transporte, por vía terrestre o ferrea, así pues, aventurarme a lo desconocido, la quinta ciudad en un día, fue el factor determinante para mi decisión, emprendí rumbo a la capital vasca.

La maleta parecía más pesada con el paso de las horas, ya había cansancio cuando desperté en territorio bilbaíno. Las pantallas de la estación de autobuses marcaban las nueve de la noche y alternaban indicando los dos grados centígrados presentes en la ciudad.

Los letreros, mitad en español y mitad en vasco, me guían a la cabina de la única empresa que viaja a Pamplona, la veo vacía; noto una pequeña puerta a su lado abriéndose empujada por una mujer, el logo en su camisa me hace imaginar el calor en su cubículo, y me invita a preguntarle por el transporte a mi destino. El silencio incómodo y el ventarrón previo a su contestación, fueron presagio inequívoco de una respuesta que no hubiera deseado escuchar: "¿Pamplona? Mañana a las ocho de la mañana sale alguno. Esta noche ya nada"

TrashMilenio

Por: La Bobada Literaria

Fragmento del artículo "Las 10 doñajuanas del 2011".
  
"TrashMilenio tiene el innegable talento de tratar a sus usuarios como basura: en este mediocre de transporte los buses son insuficientes y el pasaje tiene el mismo precio de un tiquete de metro en Berlín. Tal vez sea por eso que sus usuarios lo tratan como basurero y nunca le hicieron caso a la advertencia de que no se podían atrangantar de chitos dentro de los articulados. A los males propios de este monopolio busetero se suman los de sus vías, que parece que hubieran estado a cargo de los Nule pero en realidad fueron responsabilidad de los Nule de hace diez años. Y los usuarios, claro, también ponen su granito de arena: se paran en las puertas de los buses a estorbar, no dejan cerrar las puertas de las estaciones para entrar más rápido (y después quejarse cuando se dañan), se sientan en el piso y ocupan más espacio cuando el bus va lleno mientras chatean, ponen reggaeton (o lo que sea) a todo volumen en sus StupidPhones, no le dan la silla a quien la necesita y se restriegan el uno contra el otro. Superar las leyes de la física apretujando a más personas que en un carrito de payasos es una tradición que hay que conservar porque hace parte de nuestra cultura, como celebrar la llegada del año nuevo echando tiros al aire o pegarle a la esposa (especialmente en Barranquilla). Estos exclusivos buses nos han demostrado que lo que tenemos en Bogotá son miedos de transporte."

*publicado en el blog La Bobada Literaria.

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