Por: DieGO*
Poco a poco ha empezado a expandirse, como un virus, una de las formas más perjudiciales de difusión de 'negocios', que día a día mina una serie de profesiones tradicionales como el periodismo, la dirección comercial o la publicidad, deteriorando gravemente sus condiciones y multiplicando su riesgo de extinguirse.
Poco a poco ha empezado a expandirse, como un virus, una de las formas más perjudiciales de difusión de 'negocios', que día a día mina una serie de profesiones tradicionales como el periodismo, la dirección comercial o la publicidad, deteriorando gravemente sus condiciones y multiplicando su riesgo de extinguirse.
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La necesidad de comercialización de los contenidos comunicativos por parte de los realizadores, y no de expertos, condena a los medios de comunicación a la emisión de productos hechos por vendedores, con carácter comercial antes que comunicativo, privando al público de contenidos de mayor calidad, y a los periodistas, de laborar con condiciones laborales y de competencia justas.
El principio del fin de la publicidad
Es errado creer en la aparición de Internet como mal para los medios tradicionales, pues lejos de reducir la torta publicitaria ha prestado un gran apoyo en su difusión y comercialización, sirviendo además como producto extra y plataforma multimedial en la carpeta de la prensa, la radio y la televisión.
Una causa viral y crítica de esta inversión del ciclo, son las emergentes empresas que hacen uso de la publicidad veneno, y la difusión de su modelo de transmisión ajeno a la inversión publicitaria, compañías que dicen a los vendedores tradicionales:
No me interesa pautar con un medio para ser leído/escuchado/visto por 10, 20 o 50 mil personas, cuando tengo 10, 20 o 50 mil incautos convenciendo gente de comprarme, sin pagarles prestaciones, y convirtiéndolos en clientes primarios en lugar de asignarles un salario.
Daños colaterales
Este modelo de explotación niega a los empleados ese estatus, al evitar cualquier garantía contractual, fomentando como único vínculo real un rol de distribuidor mayorista, tanto de información como de productos, ejercido generalmente por otros incautos de mayor 'rango', de acuerdo con su antigüedad, según las escalas internas de tal o cual compañía.
Para distinguir este nocivo modelo, la información de X empresa le llegará a través de un conocido que decidió entrar, y piensa que usted también tiene "el perfil para ganar dinero extra, manejando su tiempo, y sin abandonar su ocupación actual, si la tiene", y le ofrecerá, bien ejercer como distribuidor de X productos, o bien, robarle tiempo a más gente, vendiéndole la idea de la misma forma.
La publicidad tradicional ofrece a los clientes potenciales, la libertad de retirarse en cualquier momento de su exposición, cambiando de canal, de estación radial o de página, mientras las compañías veneno acaparan indiscriminada e irrespetuosamente el tiempo y el espacio del cliente, sin pago alguno por el espectro - ni por la gestión comercial - y sembrando difusas ilusiones con la compra del producto y la idea en cuestión.
Esta ruín y venenosa forma de negocio, vendida y comprada ya por muchos incautos en el país, bien puede estar dando algunos réditos a quienes han decidido sumergirse en ella, sin embargo, está causando daños irremediables a un gran número de profesiones, y su masificación indiscriminada es capaz de causar su exterminio, abriendo una herida terrible en el mercado laboral y el manejo de los recursos humanos en la economía actual.
*Comunicador Social y Periodista, Máster en Dirección de Recursos Humanos.