Por: DieGO
El
pueblo de los alfandoqueros y las con las bendiciones a los automóviles abrió
sus puertas y sus vías destapadas a una decena de pilotos para la primera
válida del Rally Colombiano 2013.
Hay humo blanco en
Bojacá, a una hora al occidente de Bogotá, es difícil saber su origen, no hay
incendios ni fogatas, no obstante la temperatura es alta y el clima seco.
Suenan parlantes distorsionados desde una tarima en la
esquina del parque principal, los alrededores de la iglesia del pueblo se
colman de automóviles y sus dueños ingresan a la misa sabatina; en la esquina
adyacente, se exhiben los dulces típicos y los tradicionales elementos
religiosos que caracterizan al pueblo, mientras por la calle aparecen los
primeros rally, seguidos por el polvo y la vista de los curiosos.
El parque automotor se ha dispuesto, es una calle cerrada en
la plaza principal, en el costado opuesto al de la iglesia, y respaldada por un
banco, un pequeño hotel, un restaurante y un par de tiendas de postres, hoy
abarrotadas por inusuales visitantes.
Aquí se congregan bajo carpas temporales los vehículos en
competencia, sus pilotos descienden y toman aire y agua para atender a la
prensa y dialogar entre sí mientras mecánicos y lavanderos ponen a punto las
máquinas para las siguientes salidas al circuito diseñado por las vías
destapadas aledañas al municipio.
Uno de los pilotos aclara el origen del humo blanco, no es
humo en sí, a pesar del calor "hay neblina ahí arriba, ahí se ve que va a
haber un poquito más, igual eso es parte de los ingredientes del rally",
confirma sonriente.
Es José Luis Rocha, el piloto peruano que rueda por Bojacá
para "acumular puntos, si podemos estar en el podio, mejor, esta es la
primera fecha, entonces hay competidores nuevos, vamos a ver cómo están también
ellos, vienen bien los Peña, Iván Moreno es un piloto bastante experimentado,
está andando bastante fuerte...".
El recorrido tiene el beneplácito de los corredores, les
agradan sus curvas, sus altos y bajos, además el hecho de estar seco, que
permite una mayor velocidad, confiados por no tener baches, huecos o resaltos
peligrosos, es el mejor terreno para correr, según se escucha en el parque.
Todo detalle es contemplado
Todo detalle es contemplado
La hidratación es fundamental, tanto pilotos como vehículos
reciben el líquido vital, los automotores son lavados y reacondicionados, cada
uno de ellos porta alguno de los derechos fundamentales del hombre, hoy son un
homenaje en movimiento a Antonio Nariño y al bicentenario del departamento de
Cundinamarca.
Un vehículo es tripulado por dos mujeres, Margarita es la
piloto y Mafe su navegante. Para la dama con nombre de flor, en la mañana
"todo ha sido fantástico, desde el clima, la gente, el vehículo, claro que
se recalentó un poco pero todo (está) solucionado", y pronostica que
"para la tarde hay más velocidad, es un recorrido más rápido y más
divertido".
Mientras dialoga con los niños del pueblo, recomienda las
piedras de chivo negro como tribuna para contemplar el paso del rally en la
tarde, y las indicaciones de los infantes locales serán fundamentales a la hora
de encontrarlas, un kilómetro y medio a las afueras del casco urbano
bojaquense.
Entre el muro coronado con botellas picadas, y las praderas
cercadas por alambre de púas, el pasto seco y alto es el único camino alrededor
del camino pedregoso -prohibido para peatones por seguridad durante la
competencia- para llegar al mirador del rally.
El paso es fugaz, apenas se disipa la polvareda levantada por
un vehículo cuando el siguiente pasa raudo, y las carrocerías brillan y
encandilan bajo el incesante e inclemente sol cenital.
Con el tiempo, regresan, un resalto en la destapada,
resultado de un tubo subterráneo, hace descender la velocidad de algunos
vehículos, permitiendo buenas fotografías, otros menos precavidos o más osados,
saltan, vuelan, y caen pesadamente, provocando imágenes memorables.
Regreso al pueblo
Regreso al pueblo
Desandamos en un vehículo de la organización el camino
recorrido a pie, nos ubicamos de nuevo en el parque automotor, durante el
almuerzo está viva la polémica por algunos cronometrajes, y se escuchan las
historias de carretera, la piedra que no vieron padre e hijo, el camión que se
atravesó de repente a los venezolanos y la piedra que escalaron para evitarlo,
el pinchazo de los debutantes…
En total serían 140 kilómetros, que comenzaron simbólicamente
el viernes en el centro comercial Ciudad Tunal, al sur de Bogotá, y que
terminan en Bojacá, donde el sacerdote del pueblo bendice y baña motocicletas y
vehículos en agua bendita mientras algunos bañan sus paladares en agua
ardiente, una vez finalizada la misa.
El sol no dejó de arder hasta apagarse en el oriente, sin
embargo, el fuego continuó en el parque principal, en manos de las jóvenes
bojaquenses quienes, con sus parejas, danzaron al ritmo de los sonidos
tradicionales de la región, amenizando la interminable entrega de premios en la
tarima principal.
En medio de la ceremonia, los distintos medios de
comunicación fueron reconocidos por su participación, y las planillas oficiales
aparecieron al respaldo de la estación de Policía, y frente a ellos la
aglomeración de propios y extraños, saciando la curiosidad y disipando las
dudas generadas por problemas en el cronometraje en uno de los puntos de
chequeo del recorrido.
Tras una segunda presentación del grupo de danzas, y la
disipación del público entre los salientes asistentes de la misa vespertina,
apareció por fin una mesa para acomodar en la tarima los trofeos, y Nikolás
Bedoya se dispuso a organizarlos mientras Jorge Iván Bedoya, cabeza del evento,
oficiaba como maestro de ceremonia y llamaba a la tarima a los vencedores.
Y los ganadores son
Y los ganadores son
Los motores se apagan, algunos automotores son remolcados en
grúas hasta un taller al sur de Bogotá, otros, siguen rodando y les vemos pagar
el peaje en la ventanilla conjunta, rumbo al mismo lugar. Sin excepción, todos
requieren reparaciones, y volverán a rugir en próximos meses por los llanos del
Meta y los desiertos del Huila.
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