Por: DieGO
Si usted nació en los años ochenta y creció en los noventa seguramente recordará haber jugado con yoyo cuando estaba en el colegio, y pasada la fiebre habrá tenido también un trompo para el cual no todos teníamos la misma habilidad, y tarde o temprano todos jugábamos también con las canicas y demostrábamos particular admiración por quien poseía las codiciadas Potas. Todos fuimos expertos "canicólogos" y reconocíamos sin error las petroleras, las colombianas y las demás especies, hablando de ellas con total autoridad. Y si no era su favorito, se integraba en la siguiente fiebre típica que solía ser la coca. En mi caso era más común embocarla en mi pulgar y no en la base.