Por: DieGO
Nota: Algunos de los nombres pueden ser cambiados para proteger la identidad de las víctimas
"Me tiraron al piso, amenazándome con cuchillos y exigiéndome que les diera el celular", denuncia César comenzando junio, y agrega: "por lo general operan entre las calles 45 y 50", sobre la popular carrera séptima, correspondientes a Chapinero, una de las zonas más tradicionales de la capital colombiana.
Días después y aún con cierto miedo, Daniel y Carolina manifiestan otro robo en un bus: "se subieron, hicieron escándalo, le robaron el celular a la persona que estaba en la primera fila y se bajaron.
¿Coincidencia? "Son tres, hay uno que es morenito, aproximadamente 1:65, de contextura gruesa, otro es un negro con trenzas que mide como 1.75, él sí es delgado, pero anda con un chuzo terrible, y una mujer de 1.60", las descripciones coinciden.
Ante la queja informal, en el Centro de Atención Inmediata (CAI) de Chapinero me indican que "llame al número 2177472 cuando los vea", mientras me señala la ventana del recinto donde está publicado el teléfono. Y días más tarde, Daniel y yo acompañamos a César en un recorrido por las cinco calles donde fue asaltado previamente y nos cruzamos al trío, ambos los reconocen al instante, una cuadra más adelante llamamos al CAI, denunciando y describiendo la presencia, ropa y ubicación de los delincuentes, a lo cual nos respondieron: "vamos a mandar una patrulla", nunca apareció.
Se rumora que "los tipos han sido capturados varias veces, los dejan una noche y los sueltan, bien por ser menores de edad o por no haber sido pillados in fraganti", así, otra noche, veíamos desde un bus a dos de ellos sentados tranquilamente en uno de los paraderos del sector mientras César corría dos cuadras más adelante, "temiendo que me reconocieran y volvieran a atacarme", como reconoció luego, en una tarde durante el mundial de fútbol.
Durante Rock Al Parque, el comandante operativo de la Policía Metropolitana, general Cesar Augusto Pinzón, confirmó la presencia de más de 2mil uniformados para conservar el orden público en un evento -de por sí- de paz y armonía, y en el cual no se presentó ningún desorden. Mientras tanto, "por cada zona hay una moto con dos policías para recorrer todo el sector" declara un oficial del CAI Alhambra, al cuál corresponde rondar entre las calles 106 y 127, y "en Chapinero es igual, a mí me tocó allá antes y hay una patrulla para todo el sector".
La cronología del terror en la zona continúa, la noche del once de agosto, Jörge se encuentra con una amiga en la primera fila del colectivo que lo llevaría a su casa, así relata el recorrido: "el tipo se subió, moreno, de trenzas y cuchillo enorme en mano, y se quedó en las escaleras, amenazó a mi amiga, ella no quiso entregar el celular, el tipo ya la iba a chuzar, yo estaba de pie e intenté sacarlo del bus dándole una patada en el pecho, el tipo se agarró, me dio dos puñaladas a la altura de la rodilla y salió corriendo".
Horas después, comenzando el jueves doce, estalló el carro-bomba en Caracol, desde entonces reaparecieron los incómodos e inútiles retenes de la Policía de Tránsito, cada uno con seis o siete agentes, ralentizando el flujo vehicular y afectando el tiempo de los inocentes. Esa noche, un agente con su chaqueta color verde robaluz verificaba unos vehículos en la calle 42, me detuve a dialogar con él: "Yo no sé, yo estoy revisando estos carros porque la central de inteligencia nuestra está aquí a dos cuadras, lo de los robos no me compete, toca que ponga el denuncio en e Gaula o la Fiscalía", fue su respuesta.
Ánimo de lucro: La Policía Nacional está dedicada a (im)poner multas absurdas, como a un ciclista por "transitar en zonas prohibidas" al cruzar una avenida por un cruce mientras evita ser atropellado por autos que hacen giros prohibidos y sin colocar direccionales, abusando de su autoridad, determinando parámetros repentinos de calidad de gases para inventar irregularidades como sucedió hace semanas en mi barrio y conocí por el periódico vecinal, o en casos más aberrantes como uno que con asombro y gran decepción leí en una circular de mi conjunto, acuden con inmediatez a llamados para sancionar a vecinos que tienen un jolgorio en su casa una noche de sábado.
Horas después, comenzando el jueves doce, estalló el carro-bomba en Caracol, desde entonces reaparecieron los incómodos e inútiles retenes de la Policía de Tránsito, cada uno con seis o siete agentes, ralentizando el flujo vehicular y afectando el tiempo de los inocentes. Esa noche, un agente con su chaqueta color verde robaluz verificaba unos vehículos en la calle 42, me detuve a dialogar con él: "Yo no sé, yo estoy revisando estos carros porque la central de inteligencia nuestra está aquí a dos cuadras, lo de los robos no me compete, toca que ponga el denuncio en e Gaula o la Fiscalía", fue su respuesta.
¿Y entonces qué hace la policía?
Ánimo de lucro: La Policía Nacional está dedicada a (im)poner multas absurdas, como a un ciclista por "transitar en zonas prohibidas" al cruzar una avenida por un cruce mientras evita ser atropellado por autos que hacen giros prohibidos y sin colocar direccionales, abusando de su autoridad, determinando parámetros repentinos de calidad de gases para inventar irregularidades como sucedió hace semanas en mi barrio y conocí por el periódico vecinal, o en casos más aberrantes como uno que con asombro y gran decepción leí en una circular de mi conjunto, acuden con inmediatez a llamados para sancionar a vecinos que tienen un jolgorio en su casa una noche de sábado.
Promoción cultural: El ESMAD y la policía se encarga de demorar e incomodar el ingreso de espectadores a los escenarios (pues obligar una caminata de 500 metros por terrenos llenos de desechos fecales de sus caballos con zapatos y medias en las manos no es cómodo) y dispersar los disturbios provocados muchas veces por ellos mismos y actitudes como evacuar a los visitantes 5, 10 o 45 minutos antes del cierre de los espectáculos por los cuáles han pagado.
Protección del patrimonio: pero el patrimonio de la Policía, sus sedes, bases y demás, alrededor de las cuales montan incómodos operativos de control.
Planeación estratégica: Ante las últimas denuncias presentadas sobre los robos en Chapinero, en los CAI me dijeron: "pues cambien la ruta, váyanse por otro lado". Al parecer, los policías desconocen que hacia el norte sólo se puede ir por la carrera séptima, bien a pie o en bus. ¿Ir en bicicleta? "Hace poco mataron a un muchacho por robarle la bicicleta en la séptima", explicaba un vigilante del sector. (Hay una ciclovía en la carrera trece, ésta permanece repleta de vendedores y peatones en el día, y de ladrones y mendigos en la noche). Por ende, no hay muchas opciones.
Operativos: "Si el monto de los robos es menos de lo que cuesta hacer el operativo, la Policía no lo va a hacer, porque no tiene sentido", explica el comandante del CAI de alhambra, al preguntarle por la realización de retratos hablados, tomas de huellas, investigaciones y procedimientos que se ven muy efectivos en la televisión. Como la vida humana no tiene valor económico, no aplica.
Muestra clara de la intolerancia de algunos y la ineptitud de otros.
Y aunque estos ladrones, quienes roban únicamente celulares, de hecho, los mismos que se ven un día después, o dos por tarde, en la (avenida) Caracas con Jiménez, para la institución no es un indicio suficiente para seguirlos (como no es con ellos que se meten, pues qué más da). ¿O no les convendrá?
Aprenda a llamar a la policía en Colombia
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